La mañana despertó perezosa llena de un sol que no calentaba. Su luz caía sobre la nieve pero no la derretía ya que la inclinación de los rayos solares era sin duda la adecuada para el invierno.
El dia daría paso a un montón de gente comprando todo lo necesario para despedir el año. Bueno la mayoría de la gente no era lo necesario lo que adquiría, metía en sus bolsas manjares que el resto del año ni miraba ya que era la noche prometida a los excesos, donde todo era poco para llenar las mesas.
Las ratillas eran los únicos no contagiados de esta tradición aunque no por falta de ganas, sino por falta de posibles. Sabían que hoy sus bolsillos estarían llenos, pero debían guardarlos para las semanas siguientes en que la gente, debido a los excesos cometidos no les darían nada o casi nada. Cuando veían a la gente pasar con sus bolsas llenas de los diferentes dulces típicos de la festividad se les hacia la boca agua, pero intentaban no robar nada pese a la tentación de hacerlo.
A los niños mas pequeños, les habían asustado para que pensasen que los mas mayores les estaban controlando en todo momento, pues no querían que sucumbieran a la tentación ya que, en días como el de aquel, el alguacil estaba mas atento que nunca para escarmentar a los niños mas atrevidos, si pillaban a alguno robando, le darían castigo ejemplar, y uno de los niños de la pandilla lo había sufrido hacia ya unos años... Aprendieron que las cosas no son como en los cuentos de hadas, y si te cortaban una mano esta no volvía a crecer, además de que te inutilizaban en gran parte, soportarías el escarnio que señalaba que en algún momento de tu vida habías sido un ladrón, y quien sabia si no lo seguirías siendo...
Peper lo sabia perfectamente y como a el ya no le servía de nada pedir, cuidaba de que los mas pequeños lo incurrieran en un delito como el que había cometido hacia ya dos largos años. Vivía de la caridad de los otros niños. Tampoco había robado un banco.
, ni si quiera una cartera, había cogido un dulce de aquella bolsa enorme que llevaba la señora del abrigo de bison, que ella no podría terminar seguro y que ella no llegaría a apreciar como lo había hecho el.
Y sin embargo... Cada dia se arrepentía mas de aquella chiquillada, con lo que cuidaba de que los mas pequeños no corrieran su misma suerte.
Lo peor de todo era que estaba marcado para la perpetuidad de su vida, pues cortaban la mano de tal forma que no se pudiera explicar el porque habías perdido la mano excepto que te la habían cortado por ladrón.
Pero el dia de hoy ninguno de los pequeños soñaba si quiera con cometer ese error y Peper vagaba a sus anchas por las calles heladas con el brazo en el bolsillo para ocultar su vergüenza. Sin saber llego a las inmediaciones de la tienda de Humberto. El escaparate era tan colorido que atrapaba a todo aquel que pasaba cerca. Peper se acerco curioso a mirar tales maravillas en el escaparate cuando la puerta de la tienda se abrió. Humberto saco una mano y le invitó a entrar. Peper sorprendido ante la amabilidad del juguetero entro en la tienda sin pensar si quiera en ello. Cuando estuvo dentro le entró el pánico, pensando en qué querría aquel extraño artesano. Sin mediar palabra alguna le entregó un paquete.
El niño no sabia que hacer lo había cogido, pero eso no significaba que fuera a abrirlo.
-vamos es tuyo, puedes abrirlo. Y si es de tu agrado tendrás que venir por aquí de vez en cuando.
El niño seguía mudo del mismo asombro, asi que cogió el pequeño paquete con nerviosismo. Lo agarró con el brazk del muñón qje hasta ahora habia tenido escondido en el bolsillo. Y lo abrió todo lo cuidadosamente que pudo...
Una lagrima comenzó a caer por su rostro al ver, una perfecta mano de madera, articulada y llena de vida. No era una mano de verdad pero se asemejaba mucho a una.
-No llores pequeño, solo debes prometerme que volveras cuando vayas creciendo para que el regalo sea completo.
El hombre le sonrió afectuosamente mientras le ayudaba a ponerse la prótesis que parecía hecha a medida aunque Peper nunca había entrado antes a la tienda.
Era un milagro... Seria aquel señor tan enorme como generoso un dios???seria dios mismo aquel del que hablaban en las iglesias???el mesias salvador del qje habia escuchadl hablar a las puertas del templo qje era el unico sitio donde aun podía obtener alguna moneda como pecador que había sido.
Con lágrimas en los ojos, se puso el guante que el juguetero le había proporcionado junto con la mano, le abrazo sinceramente y salio corriendo en busca de su familia para enseñarles su gran milagro de fin de año.